domingo, 26 de enero de 2014

No es una duda

Muchas veces se me dijo que cada uno de mis errores, mis aciertos, mis dudas y certezas, todo mi actuar y mi inercia, se transformaría en pesos con los que he de cargar hasta el día de mi muerte. Lo cual, honestamente, encuentro un fiasco.
Si se supone que todas y cada una de nuestras vivencias debe enriquecernos y forjar quienes somos, ¿por qué ver aquello como una carga? Y de igual forma, ¿no somos lo suficientemente libres como para elegir cargar con ellos o no?
Puede que sí, puede que no, pero a veces pensar algo tan complicado me provoca dolor de cabeza y un tedio enorme. De esa forma es preferible no preocuparse por tonterías que de todos modos ocurrirán y disfrutar de lo que tengo por delante, ¿no?
Evaluar, elegir, desechar.
No es que haya sido especialmente quisquilloso toda mi vida, simplemente me reservo el derecho de arrojar a la basura todo lo que ya no tenga importancia. Familia incluida, jaja.
Lo gracioso del asunto es que mi maestro y mis hermanos muchas veces me dijeron, o expresamente se quejaron en mi cara de cuán sangre fría podía llegar a ser, lo cual no veo cómo es motivo de conflicto. Me considero una persona sensata y práctica, pero si soy honesto, verlos discutir sobre ello era especialmente gracioso.
"No puedes decir esas cosas en un momento así Rafael, piensa en los demás."
"Algún día esto te pasará la cuenta."
"Te lo digo ahora, hermano, vas a conseguir que te maten con esa bocota tuya."
Oh, pero vean. ¡Vean bien! Cuán adorables pueden ser cuando se preocupan por mi seguridad, cuán fantásticamente cercanos se muestran y se sienten, y yo por supuesto, estoy agradecido, pero no menos fascinado.
Solo piensen. ¡Piensen!
Piensen en qué clase de cara pondrán, en qué pensarán, ¡qué sentirán cuando la verdad los golpee en los dientes y les destroce las piernas!
Jajaja.
Tan solo desearía estar en primera fila cuando eso ocurra.

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