martes, 14 de diciembre de 2010

No es poco, maldición

Erase una vez el techo de una habitación con muchas campanas de viento colgadas por encima de la cama. En la cama había un cojín de animalitos, muy suave y felpudito.
Erase una vez el viento entrando por la ventana, moviendo las campanas de viento, el sonido recorriendo hasta el último rincón de la habitación, y un suspiro que se sobreponía a la absoluta parsimonia del momento
Erase una vez muchas campanas, montones de campanas de viento sonando ante una leve brisa, mientras se escuchaba una carcajada alegre y un murmullo tranquilo.
Hubo un piano, luego un violín, luego una guitarra, una batería, una voz melodiosa, una sonrisa de absoluta paz que era como el cielo, que parecía abarcarlo todo, aceptando todo lo bueno y todo lo malo y no rechazando ni el más asqueroso trozo de oscuridad. Una sonrisa que verdaderamente era como el cielo, una existencia demasiado noble y pura, tan magnánima y poderosa, que al momento en que se extingue, todo lo demás lo sigue a la tumba.

lunes, 13 de diciembre de 2010

En mil años...

En mil años pasaran muchas cosas, o puede que nada pase.
En mil años lograré sacar alas de mariposa de color negro de mis pies, así podré perfeccionar la técnica de la patada voladora, y vamos, hay que admitir que se vería genial, hasta elegante.
En mil años podré usar traje con camiza y gabardina, un sombrero de copa alto y un bastón... yeah
En mil años conseguiré una espada de cristal azul marino, que centellée como el mar en una costa tropical.
En mil años caminaré sobre las pirámides del antiguo egipto y una vez en la cima saltaré para alcanzar las barcas de luz que navegan en la arena.
En mil años dominaré la técnica de la materialización de la niebla.
En mil años crearé un jardín de cristal donde pueda tomar el té mientras mire un ocaso anaranjado y escuche el sonido del viento entre los árboles.
En mil años haré un viaje entre mundos.
Mil años se convertirán en un sueño, el sueño anidará en mi corazón, el corazón se marchitara con el paso del tiempo, el tiempo jamás se acabará, acabará un algo para que otro pueda empezar, empezarán mil años donde pueda soñar y vivir y gritar y reír, y reiré ahora por que los mil años han llegado ya.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Humo en la cara

De nuevo, no saldré con cosas viejas, aún cuando se me han estado amontonando en la espalda, y hacen peso sobre mí, me obligan a encorbarme y aveces logran sacarme una carcajada, pero la mayoría del tiempo son una molestia.
El asunto es que hoy volví a tener una visión, bueno, ya serían seis en el mismo día, lo cual es un hito, antes no pasabamos de las cuatro. Pero no es eso lo que vine a contar.
Sucede que afuera el ocaso está muy resplandeciente y muy naranjo, y una de las nubes parece una mano extendiéndose hacia el sol para sujetarlo, pero eso no tiene nada que ver. Por que lo principal es que volvieron a mí las imagenes de esos chicos en la carretera de tierra, esos que aún pueden mantener una sonrisa verdaderamente sincera aún cuando nunca antes en sus vidas habían estado tan aterrados, y ambos son concientes de la maldición con la que cargan, pero eso no es motivo suficiente para hacer mermar el amor que se tienen mutuamente. Y entonces siguen caminando, ella está más cansada que él, y se dan cuenta de que hace más calor que hasta hace unas pocas horas, que los arboles del bosque están cada vez más viejos, y que el camino dejó de ser de tierra gris y ahora solo son trozos de roca flotante, más adelante hay un acantilado pero hay un puente hecho de ovalos de hielo del tamaño de un plato de comida. Cuando van a cruzar, se levanta la neblina y llueven hojas de papel manchado, se ven borrones y ambos chicos se sujetan de las manos para apresurarse y cruzar el puente, por que más adelante hay un portón de hierro, un portón en verdad viejo, y la noche está por caer. Pero la neblina se había impregnado de sus ropas, y ahora colgaban de estas como pequeños trozos largos, blancos y semitransparentes.
El portón se cierra y ese lado parece un poco más amable que el acantilado, hay mariposas de colores volando por todas partes y algunas sillas viejas repartidas en lo que parece el jardín trasero de una mansión abandonada. Pero ahí hay alguien más, los observa desde unos metros en la lejanía, y se está riendo.