jueves, 24 de febrero de 2011

No tienes que creerme

Tengo razones.
Tengo razones propias, agenas, mutadas, engendradas de tonterías sin sentido.
Tengo razones que solo me pertenecen a mí, como también razones que les he concedido a los demás, y en ese aspecto puede que de todas formas acabe siendo egoísta.
Pero Rafael me dijo una vez: "¿Dónde está el problema en ser egoísta? ¿Es eso realmente malo?"
Ese hombre me pone enferma, desearía tener el poder para aplastar su cara contra el asfalto, y sin embargo su voz sigue resonando en mi mente, sigo recordándolo como si no tuviera nada más a lo cual aferrarme.
"¿Es eso realmente malo?"
Tengo mis razones, aunque no lo parezcan, son razones.
Razones para odiar, razones para destruir, razones para alejarme, razones para condenar, razones que no pueden hacer bien alguno bajo ninguna circunstancia.
Esa clase de razones las tengo de sobra y hasta por si acaso.
"¿Al menos tienes una sola razón para querer?"
¿Querer?
¿Y yo para qué necesito tal cosa?

domingo, 20 de febrero de 2011

Error de concepto

Él no es un hombre poseído por la violencia.
Tampoco es la violencia disfrazada de hombre.
Mucho menos alguien que vive con la violencia en la cabeza todo el tiempo.
Ese hombre... es la violencia misma.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Té de ocho hierbas

Hoy de nuevo tuve una visión, aunque los dos viajeros de antes ya no han aparecido estos días.
Esta vez había un hombre solo, viajaba a través del desierto. Iba cubierto por una gruesa manta de color marrón, el viento soplaba con fuerza y avanzaba apenas mientras la arena trataba de tragárselo. Pero él se negaba a caer en la oscuridad del olvido incluso cuando cayó la noche.
Sacó de uno de sus bolsillos una diminuta botellita de cristal, en cuyo interior había una lucecita flotante de color azul. Destapó la botellita y el punto luminoso escapó raudo para girar cientos de veces por encima de la cabeza del hombre. El suelo bajo sus pies cambió a un color blanco, la arena se volvió roca sólida, el viento se detuvo y de las grietas de la roca blanca brotó un líquido espeso. Este a su vez se volvió cristal, que a la luz de la luna llena de esa noche, brillaba con un fulgor escarlata.
El cristal empezó siendo pequeño, pero en cuestión de pocos minutos creció alto hacia el cielo de forma tan imponente que pronto el hombre no le llegaba ni a la mitad de su altura. El enomre cúmulo se partió a la mitad y tomó formas más refinadas, transformándose en una gigantesca puerta rojiza.

-El camino se forma mientras avanzas. -susurró el hombre-

Abrió la puerta y entró a una espantosa oscuridad. La puerta desapareció con los primeros rayos del sol.

martes, 8 de febrero de 2011

Ura-omote

Hoy ví el rastro que dejó el tiempo al pasar.
Vino a mi encuentro una brisa, diciéndome que hay cosas que deben hacerse, cosas que deben decirse y que no podían esperar.
Cosas que deben ser escritas.
Pero no había mucho por decir, en realidad.
Todo lo que hago es vivir un propósito, uno donde mis manos son a veces plumas entintadas, y otras bolígrafos de punta fina. Mi boca no posee voz propia, y en su lugar es mi sangre la que habla. Sangre negra y viscosa; tinta oscura sin usar.
Mi alma susurra historias de criaturas asomadas al mundo del pensamiento y soy transportada a la brecha entre la histeria y la realidad.
Sobre mi cabeza suenan campanas, y por la ventana esclarece la luz del amanecer, brillando como reflejo de mil diamantes en el sopor de un sueño terminado.

¿Cómo?

Si el día de mañana te convirtieras en una serpiente,
y comenzaras a devorar personas,
y con la misma boca con que los devoraste,
me gritaras "te amo",
¿Sería yo capaz de decirte "te amo"
de la misma forma en que lo hago hoy?