Hoy ví el rastro que dejó el tiempo al pasar.
Vino a mi encuentro una brisa, diciéndome que hay cosas que deben hacerse, cosas que deben decirse y que no podían esperar.
Cosas que deben ser escritas.
Pero no había mucho por decir, en realidad.
Todo lo que hago es vivir un propósito, uno donde mis manos son a veces plumas entintadas, y otras bolígrafos de punta fina. Mi boca no posee voz propia, y en su lugar es mi sangre la que habla. Sangre negra y viscosa; tinta oscura sin usar.
Mi alma susurra historias de criaturas asomadas al mundo del pensamiento y soy transportada a la brecha entre la histeria y la realidad.
Sobre mi cabeza suenan campanas, y por la ventana esclarece la luz del amanecer, brillando como reflejo de mil diamantes en el sopor de un sueño terminado.
martes, 8 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario