lunes, 12 de septiembre de 2011

Maestro y monstruo



En eso se habían convertido, por irónico que suene. Incluso él estaba sorprendido de lo fácil que había resultado todo, esperaba algo más pomposo, más estrafalario, pero lo único anormal en el ambiente fue una extraña ráfaga de viento que sacudió los árboles de la cercanía y el techo de las casas con bastante ruido; eso y una repentina incandescencia en su pecho que creció rápidamente y le recorrió todo el cuerpo.
Como giro inesperadamente retorcido y repentino, hizo lo que ningún otro miembro de la realeza había hecho jamás; era hilarante, ojala sus hermanos pudieran verlo, seguro no estarían precisamente felices.
Pero ya era bastante increíble que él le hubiese otorgado maestría a otro sobre él mismo. Tenía muy en claro que acababa de poner una cadena en su cuello y había renunciado a la llave sin siquiera preocuparse por la gravedad de lo que estaba haciendo.
La persona frente a él ahora era su maestro, su amo y señor hasta que se dijera lo contrario o la muerte de alguno de los dos lo librara de la servidumbre. Era descabellado, era inaudito, era... fantástico.
¡Fantástico!
Maestro y monstruo... jaja, no podía haber mejor denominación para lo que ellos eran. Para lo que él era.