jueves, 21 de abril de 2011

Pez dorado de cristal

Un buen día desperté, y me dí cuenta de que quería mandar a todo el mundo al carajo.
No es que el sentimiento sea nuevo, lo raro de esta vez fue que hacía varios días que dicha sensación no me había frecuentado a como solía hacerlo hace uno o dos meses atrás.
Fue como si algo importante hubiese vuelto a mí, pero el problema está en que el fastidio me duró gran parte de la mañana.
Y bueno, aveces es bueno ver que conectarme al computador no solo es para ver si algún profesor subió la última clase. Solo que desearía que los chicos del sub se pusieran las benditas pilas de una puñetera vez, y sacaran las malditas series atrasadas de TODO el montón que tienen aún por sacar. De verdad, me haría feliz.
Pero no soy de pedirle peras al duraznero... quizás no tan seguido, pero el látigo aveces sirve, carajos...
Fuera de eso, mi musa parece haber regresado... en el peor momento, y es que, cuando llega, yo ando estudiando, a las tantas de la noche, con un p*to exámen a la mañana siguiente, y va y me tiene hasta las tres escribiendo algo que... wow
Y al final, cuando ya voy sacando cuentas y se acerca el fin de semana, me pregunto un tanto entristecida y queriendo una respuesta de índole espiritual, ¿dónde rayos está mi senpai?
Hombre, conéctate de una jodida vez, mira que ando en racha de madrazos y quiero verte.
Y así, el viaje continúa... (???)