martes, 14 de diciembre de 2010

No es poco, maldición

Erase una vez el techo de una habitación con muchas campanas de viento colgadas por encima de la cama. En la cama había un cojín de animalitos, muy suave y felpudito.
Erase una vez el viento entrando por la ventana, moviendo las campanas de viento, el sonido recorriendo hasta el último rincón de la habitación, y un suspiro que se sobreponía a la absoluta parsimonia del momento
Erase una vez muchas campanas, montones de campanas de viento sonando ante una leve brisa, mientras se escuchaba una carcajada alegre y un murmullo tranquilo.
Hubo un piano, luego un violín, luego una guitarra, una batería, una voz melodiosa, una sonrisa de absoluta paz que era como el cielo, que parecía abarcarlo todo, aceptando todo lo bueno y todo lo malo y no rechazando ni el más asqueroso trozo de oscuridad. Una sonrisa que verdaderamente era como el cielo, una existencia demasiado noble y pura, tan magnánima y poderosa, que al momento en que se extingue, todo lo demás lo sigue a la tumba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario