lunes, 22 de agosto de 2011

Golpes



Hoy Gabriel vino a verme. Estaba intranquilo, muy nervioso y tenía cara de no haber dormido en los últimos dos días. Quería hablar conmigo, creí que sería algo largo, pero solo me habló de un sueño que tuvo. Soñó con uno de sus hermanos, pero no estaba seguro de cuál. Y mientras hablaba, me dio la sensación de estar en trance.
Todo parecía pausado, era como si su persepción de realidad estuviera averiada o simplemente apagada; daba la impresión de ser un sueño profundo. Solo que estaba demasiado cargado como para ser uno.
Cargado de olores, sonidos, y sensaciones desagradables.
Había fuego a su alrededor, gritos y dolor. No solo físico, que ese -aparte- le molestaba mucho a un costado del abdómen, sino también ese dolor insípido y desagradable que siempre se instala en el centro del pecho y se dispersa por todo el cuerpo. Luego vio dos figuras, discutiendo, luchando... y el sonido de un disparo cerca.
¿Quién estaba en frente suyo? ¿Rafael? ¿Miguel?
Sintió algo húmedo en la punta de sus dedos. Biscoso y frío. Alzó una mano y vio sangre.
Sangre en sus manos y su pecho. ¿Era suya? ¿O era de alguien más?
El sueño acababa ahí, luego todo se volvía negro.
Mientras hablaba, Gabriel lloraba. Con una mano se cubría el rostro, y con la otra sujetaba la mía con fuerza. Y aún ahora, esas imagenes lo persiguen mientras apoya su cabeza en mis piernas y... me ruega.

-Déjame despertar... por favor... -sollosó.
-No es un sueño. -le dije-. Es un recuerdo

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