miércoles, 10 de agosto de 2011

Observa...



...que tengo razones para hacer y no hacer aunque no siempre parezca que pienso antes de actuar. La cuestión aquí es simplemente que no se presta la atención suficiente, o la adecuada.
Hoy vi el desenlace de una tormenta, no presté atención al inicio, y me desentendí antes del final, por eso el desenlace es lo único que recuerdo y a lo único a lo que le doy importancia.
Era una tormenta completa, ya sabes, tenía de todo. Lluvia torrencial, rayos, truenos, viento de quién sabe cuántos kilometros por hora, latidos desenfrenados con la suficiente potencia como para provocar un cambio importante. Hubo gritos, lamentos, llanto y mucho, mucho dolor. Hubo odio, lástima y vacío.
Impotencia a la orden del día, bailando alocada como por efecto narcóticos.
Hubo desesperación naciente, latente, quebrante en un solo segundo y frío de ese que cala los huesos pegado a tu espalda.
Y al final, silencio.
Oscuro y absoluto, justo antes de ser borrado por el primer rayo de sol del día.
Feliz nacimiento.

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