Podrías pasarte siglos buscando el espíritu de fuego en las profundidades de la luz y nunca lo verías aparecer. Deberías buscarlo en el reflejo de tus ojos, que es donde lo encontré yo. Sé que suena extraño e incluso cursi; pero a no ser que lo hagas de esta manera no podrás verlo.
¿Por qué lo buscas en el sol poniente y el la luz del corazón? No está allí. Pero te contaré un secreto.
Esto fue lo que encontré en uno de los rincones del baúl de la nostalgia esta noche cuando me puse a revisar los viejos archivos de historias que leí hace mucho años.
El Espíritu de Fuego dejó una marca muy especial en mi y mi gusto por cierta parejita de Kingdom Hearts que hasta ahora topea mis gustos a la hora de escribir fics, eso lo dice la lista, claramente.
Larga fue la espera, largo el sufrimiento; eterna la tristeza.
La búsqueda no fue menos dolorosa, pero esa no fue razón suficiente para hacer mermar esa determinación férrea a encontrar a ese hijo de puta que nublaba sus pensamientos y agitaba su corazón.
Entre las cascadas ascendentes, entre los rayos de sol del atardecer, entre las lágrimas de frustración y felicidad al haberlo encontrado, se dejó embargar por la más plena felicidad que un ser como él podía aspirar. Y quizás incluso en aquella ocasión fue demasiado, pero no podía importar.
No podía importar en lo más mínimo. Porque los mundos y las estrellas lejanas y la gente y el pasado y todos, todos esos recuerdos, eran la nada misma en comparación al hecho de que al fin, al fin, se habían encontrado.
La búsqueda no fue menos dolorosa, pero esa no fue razón suficiente para hacer mermar esa determinación férrea a encontrar a ese hijo de puta que nublaba sus pensamientos y agitaba su corazón.
Entre las cascadas ascendentes, entre los rayos de sol del atardecer, entre las lágrimas de frustración y felicidad al haberlo encontrado, se dejó embargar por la más plena felicidad que un ser como él podía aspirar. Y quizás incluso en aquella ocasión fue demasiado, pero no podía importar.
No podía importar en lo más mínimo. Porque los mundos y las estrellas lejanas y la gente y el pasado y todos, todos esos recuerdos, eran la nada misma en comparación al hecho de que al fin, al fin, se habían encontrado.
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