Acaba de llegar, o más bien ha estado esperando en la entrada hasta que decidí dejar de hacerme la que no estaba en casa, y tuve que ir y abrirle la puerta. Como siempre, entra sin saludar, no me mira, se sienta (echa) encima del sillón y me pide una taza de té. Café no por que hace mucho que decidimos dejarlo.
Y cuando ha dado el primer sorbo, empieza a hablar, y habla, y habla, y habla, y habla, y habla por horas sin dar una sola y misera señal de querer parar o un ápice de cansancio en su cara de póker.
"-No es que no pueda controlarme. -me dice-. Solo que está ahí en mi cabeza y no sale, Yamamoto-kun es demasiado para que pueda soportarlo, tú sabes de lo que hablo."
"Por supuesto. -le contesto-. Y Gokudera-kun no nos hace las cosas fáciles, pero trabajar con un OTP no debería ser tan difícil.
"-¡Eso dices ahora! ¡Ni siquiera estamos seguras de que es nuestro OTP predilecto!"
"Mmmm... cierto, es difícil, en especial ahora."
Y seguimos hablando, aunque decimos una cosa y hacemos otra, al final de su visita, me deja con un cuaderno con hojas escritas que no tienen nada que ver con nuestra larga conversación. De verdad, no tienen nada que ver. Y se va, simplemente se va, sin siquiera decirme cuando piensa volver. Pueden pasar dias, semanas, hasta meses sin noticias suyas, y como ya es costumbre, aparece de la nada y entra como pedro por su casa y me habla y se va.
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